La llegada de la primavera se hace notar en el paseo de la ría, no tanto en los primeros florecimientos de sus árboles y plantas, como en la detección de nuevos casos de vandalismo. Como cada año, el recinto vuelve a padecer numerosos desperfectos en su mobiliario y en el vallado que delimita el cauce de la ría de la zona de esparcimiento.
La desaparición de un buen número de los listones del vallado de madera es uno de los aspectos que antes salta a la vista, máxime cuando se ha tenido que señalizar con cinta la ausencia de los maderos que protegen de posibles caídas.
Para jardines privados
Fuentes consultadas por este diario han indicado que la coincidencia de la primavera con la desaparición de los maderos no es casual. Al parecer, acudir en momentos de poco tránsito a una zona dotada de esos elementos es una forma fácil y barata de hacerse con troncos rectos, secos y tratados adecuadamente para diversos fines. Así, habría quien los puede utilizar para fines decorativos en su casa, para cerrar su jardín o para cosas similares. En otros casos, se ha visto utilizar ese tipo de maderos para encender barbacoas y parrillas en meriendas familiares estivales. Pero en otros muchos casos, es puro vandalismo consistente en romper mobiliario urbano, práctica que no es extraña en cualquier parte de la ciudad.
No obstante, los usuarios del paseo de la ría consideran que ese espacio sufre un deterioro especialmente evidente tras el invierno, cuando el buen tiempo anima a un mayor número de personas a pasear por la zona. «En general, el paseo está limpio y se ve medianamente cuidado, pero hay desperfectos que no acaban de reparar», indicaba ayer un usuario habitual del transitado recinto.
A la hora de hablar de esa mala imagen que ofrecería el paseo en la actualidad, el usuario señalaba también el progresivo deterioro que se observa en buena parte de los elementos decorativos del paseo, como las esculturas que elaboraron siete artistas locales en recuerdo de lo que supuso para ellos la trayectoria de la industria siderúrgica en la ciudad. En buena parte de ellas, el óxido y la falta de pintura ha empezado a hacerles perder el buen aspecto que presentaban tras su instalación, hace ahora tres años.
Pero lo cierto es que el paseo de la ría es un escenario habitual de robos y actos vandálicos desde que entrara en servicio. Uno de los primeros elementos en sufrir esa lacra fue la iluminación. A la rotura de las pantallas de las luminarias se sumaba la sustracción del cableado.
Sellado con hormigón
Las sucesivas reparaciones, seguidas de nuevos robos, llevaron a que el Ayuntamiento adoptara una decisión drástica para acabar con la periódica falta de iluminación en buena parte del paseo: sellar los registros desde los que los autores de los robos extraían el cableado. Para ello, se retiraron las tapas de hierro de esos puntos de registros, distribuidos a lo largo del paseo, y se cubrieron con hormigón, de modo que fuera imposible acceder al cable con facilidad.
Pero en el caso del vallado de madera, medidas de ese tipo no parecen viables. O se construye un muro de hormigón entre la ría o el paseo, o se mantienen las barandillas construidas con madera tratada a costa de que cada año haya que reemplazar un buen número de travesaños de madera.
Y el coste de este tipo de conductas incívicas no es precisamente menor. En ese punto, cabe recordar que la ciudad destinó a lo largo del pasado año más de 64.500 euros a la reparación de daños causados en el mobiliario urbano o a la sustitución de elementos que habían sido sustraídos.
Además ese gasto se produjo en un año que no había sido especialmente grave en lo que se refiere al vandalismo sufrido por la ciudad, pues el año anterior la cantidad que hubo que abonar en la ciudad fue de más del doble: algo más de 142.000 euros, según indicaron entonces desde el Ayuntamiento.
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